ORIGEN Y EVOLUCION DE LAS ARMAS DE FUEGO
La pólvora negra fue inventada por los Chinos aproximadamente en el s.IX de nuestra era, mas no concibieron las armas de fuego como nosotros las conocemos, solamente la utilizaron para fabricar cohetes y fuegos artificiales.
Su composición básica es una proporción variable de salitre, azufre y carbón, dejando después de la combustión gran cantidad de residuos y arrojando mucho humo, por oposición a esté fenómeno a las pólvoras modernas se les llama 'sin humo' aunque un poco también producen.
Invención del cañón.Los Arabes fueron los grandes comerciantes de la edad media, y gracias a ellos éste tan importante invento llegó a Europa, y su avanzada cultura les permitió desarrolar el concepto básico del arma de fuego, en el que la pólvora al quemarse genera gases que impulsan el proyectil por el tubo-cañón.
Ya promediando el s.XIII se comenzaron a ver piezas de artillería en las batallas europeas, sobretodo en la España ocupada por los árabes, y en constante guerra para mantenerla bajo su dominio.
Los materiales empleados en su construcción comenzaron con madera dura, hasta las diversas aleaciones metálicas posteriores.
Muy lentamente la artillería se fue ganando la confianza de los ejércitos, pero éstos todavía luchaban armados de espadas y flechas, fue necesario el perfeccionamiento del proceso de elaboración de la pólvora, mediante el sistema de separación de los granos de diferentes tamaños, para poder desarrollar armas portátiles eficaces.
Las armas de fuego individuales fueron evolucionando como pequeños cañones de mano, y por ejemplo el Mosquete, que en el s.XVI pesaba entre 8 y 10 kg, y que solo soldados muy vigorosos podían utilizar, y ésto era posible apoyándolo sobre una horquilla que se clavaba en el suelo y que le daba un punto de apoyo.
Su calibre era de hasta 22 mm. y el peso de la bala unos 50 gramos, para la carga de pólvora se tomaba la mitad del peso del proyectil.
Pero lentamente con el desarrollo de nuevas técnicas se fueron mejorando los componentes y hacia el s. XVII un arcabuz tenía unos cinco kilos de peso, lo que le hacía utilizable por una persona normal y sin necesidad de la horquilla.
Con el arcabuz el arma larga de fuego individual se vuelve tan efectiva como para dominar las tácticas en las batallas. El alcance efectivo ronda los 100m.
El sistema de ignición de la pólvora fue mejorando de apoco, comenzando con el cordel ó mecha con brasa al rojo, el cual se arrimaba a la cazoleta de polvorín para producir el disparo, evoluciónando luego a un mecanismo que lo sostenía hasta el momento que se deseaba disparar, acercándolo manualmente denominado llave de mecha.
La llave de rueda mejoró la ignición de la pólvora, pues en él un mecanismo de resorte imprime un movimiento giratorio a la rueda de metal, provocando un torrente de chispas sobre el polvorín.
La llave de chispa llegó para quedarse casi dos siglos, (S.XVII al XIX) un mecanismo de resorte imprime un movimiento pivotante y con fuerza al trozo de pedernal, que al chocar con el depósito de pólvora produce chispas que incendian el polvorín. Ya tenian disparador por lo que se podia controlar con bastante precisión el momento del disparo.
El fulminante. La invención del fulminante y de la llave de percusión, fue una gran revolución en cuanto a fiabilidad en el disparo, ya que por fin quedaba eliminada la cazoleta con el polvorín, que tanto trabajo daba mantener seco y en su sitio.
La proporción de fallos pasó de 1 en 15 para el arma de chispa, a 1 en 300 para el arma de percusión.
La forma de la llave no cambió mucho con respecto a las anteriores de chispa, ahora el martillo golpea el porta pistón y su fulminante, el cual transmite la pequeña pero intensa llama por el oído hasta la recámara.
A mediados del S. XIX, lo 'último' en armamento individual de los ejércitos eran los fusiles de avancarga, con llave de percusión, caño de ánima lisa y un calibre en torno al .58, ya contaban con miras fijas, y un alcance muy respetable.
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La retrocarga. Desde hacía mucho tiempo se hacían esfuerzos por lograr la carga por la recámara de las armas de fuego, en especial los cañones de campaña, pues obligaba a cargarlos a descubierto, provocando bajas en sus servidores. También ésto era deseable para las armas en las fortificaciones, pues para cargarlos era necesario retirarlos de su posición, lo cual era muy difícil por su gran peso y enlentecía la repetición del tiro.
Se hicieron muchos experimentos, pero con la tecnología de antaño no era posible lograr una hermeticidad confiable para la recámara, y era por allí que fallaban los proyectos, algunos muy ingeniosos pero de construccion artesanal. Recién en el s. XIX se pudo concretar éste logro.
Los primeros modelos de retrocarga consistían en fusiles de avancarga reformados, a los que se le recortaba la zona de recámara y se les aplicaba alguno de los distintos sistemas de reforma existentes con obturador móvil.
El cartucho metálico. La invención del cartucho metálico es, a mi entender, el gran salto adelante que hacia falta para consagrar al fusil como el protagonista de los campos de batalla, desterrando las armas blancas al papel de un complemento.
Este invento revolucionario se hizo desear mucho tiempo, a la espera de los avances tecnológicos en metalurgía que se produjeron en la segunda mitad del s. XIX, permitiendo la concepción del cartucho auto contenido, el cual en su cuerpo de latón agrupa proyectil, pólvora y cápsula fulminante. Existieron experiencias como la del fusil alemán Dreyse de aguja, en el que los elementos que componen la munición van encerrados en una cápsula de papel.
Los primeros fusiles militares de ésta clase se adoptaron a partir de 1870, tienendo su origen en la guerra de secesión americana, empleaban un cartucho metálico de latón, pólvora negra o también denominada "ordinaria",
El cartucho metálico permitió seguir adelante con los diseños de armas innovadoras, y se puede decir que ya concluído el s. XX, uno de los más revolucionarios en desarrollo de tecnologías, especialmente militares, no se ha conseguido sustituir en la práctica éste excepcional invento.